MELISA: TEST DE DETECCIÓN DE METALES PESADOS
Los casos de intolerancias y alergias están aumentando en forma alarmante, muy especialmente las debidas a alimentos y sustancias químicas tóxicas contenidas en multitud de productos de consumo diario pero lo que mucha gente ignora es que lo mismo está sucediendo con los metales, ya que son omnipresentes y pueden terminar, en muchos casos, afectándonos tanto por contacto como por su ingesta o inoculación (el caso de las vacunas). Pues bien, existe una prueba sencilla para valorar si es nuestro caso, el Test MELISA, simple análisis de sangre que permite conocer que metales específicos no tolera nuestro cuerpo e incluso cuales pueden estar provocando o agravando diversas patologías. Porque su presencia empieza a asociarse con muy diversas enfermedades: fibromialgia, fatiga crónica, esclerosis múltiple…
Son cada vez más numerosos los estudios científicos que sugieren que tras muchas enfermedades alérgicas y autoinmunes –como las que afectan a la piel, la cavidad oral, el corazón, las articulaciones, el cerebro y la tiroides- están los metales pesados – mercurio, plomo, cadmio, y arsénico- clasificación a la que en ocasiones se añaden el berilio y el aluminio, y los denominados metales de transición- los 40 elementos químicos de la tabla periódica que van del 21 al 30, del 39 al 48, del 71 al 80 y del 103 al 112- entre los que los más comunes y conocidos son el oro, la plata, el níquel, el paladio, el titanio y el manganeso. Exposición crónica que se produce principalmente a través de la liberación en el interior del organismo de iones metálicos procedentes de muy diferentes fuentes: los alimentos procesados industrialmente, los tintes de la ropa y el pelo, las pinturas, los esmaltes, los limpiadores de hogar, los pesticidas, los óxidos metálicos que se usan para mejorar la apariencia de algunos medicamentos, el timerosal de las vacunas, el aluminio de algunos antiácidos, las amalgamas e implantes dentales y ortopédicos, los cosméticos- es corriente encontrar en ellos dióxido de titanio, óxido de hierro, cadmio y plomo, entre otros metales-, los productos de bisutería y joyería, el humo de los cigarrillos – contiene níquel, cadmio, manganeso, mercurio, plomo y arsénico-, los tatuajes y piercings…
En suma, hay infinidad de metales tóxicos con los que entramos en contacto, inhalamos, ingerimos o se nos inoculan y nuestro cuerpo empieza a reaccionar ante ellos, en muchos casos de forma abrupta, dando lugar a reacciones del sistema inmune de mayor o menor virulencia. Incluso hipersensibilidad retardada, tipo especial de reacción no mediada por anticuerpos sino por células inmunitarias que pueden tardar de dos a tres días en manifestarse y se ha relacionado ya con enfermedades tan graves como la esclerosis múltiple, la artritis reumatoide, la neuritis periférica o el síndrome de fatiga crónica. Pues bien, uno de los investigadores que más ha estudiado el problema de la contaminación por metales en las dos últimas décadas es la doctora Vera Stejskal, profesora de Inmunología de la Universidad de Estocolmo (Suecia), ex-asesora de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que en 2002 testificó como experta ante el comité del Congresos de Estados Unidos sobre los potenciales efectos secundarios – intolerancias y alergias incluidas- que provoca el timerosal de las vacunas, autora de más de un centenar de publicaciones científicas en el ámbito de la inmunotoxicología e inventora del test MELISA del que vamos a hablar y dio lugar a la creación de la Fundación Médica MELISA que hoy preside.
Trabajos entre los que destaca uno reciente publicado en 2014 en The Israel Medical Association Journal (IMAJ) con el título Metals as a Common Trigger of Inflammation Resulting in Non-Specific Symptoms: Diagnosis and Treatment (Los metales como desencadenantes de inflamación y causa de síntomas no específicos: diagnosis y tratamiento) en el que afirma: “Además de sus efectos tóxicos conocidos los metales pesados y de transición pueden funcionar como haptenos inmunológicamente activos de gran potencial inflamatorio. En pacientes susceptibles la exposición crónica a metales- incluso a dosis bajas- puede provocar inflamación y agravar enfermedades ya existentes. La liberación de citoquinas desregula el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA) desencadenando síntomas inespecíficos que incluyen profunda fatiga y dolor en las articulaciones. En los pacientes que sufren síndrome de fatiga crónica, fibromialgia o síndrome autoinmune/inflamatorio inducido por adyuvantes (ASIA) se deben medir siempre en laboratorio los marcadores de alergia a los metales; incluidos los linfocitos de memoria específicos de metales. Debiendo seguir el protocolo de tratamiento propuesto el procedimiento estándar utilizado en Alergología y Dermatología que incluye evitar la exposición al agente(s) al que se es sensible. Por último, es de suma importancia concienciar a los profesionales de la salud sobre los posibles efectos adversos sistémicos que puede causar una exposición a los metales, especialmente entre los pacientes inmunológicamente sensibilizados”.
Un años después -en 2015- la doctora Vera Stejskal publicaría en Journal of trace Elements in Medicine and Biology un trabajo titulado Increased frequency of delayed type hypersensitivity to metals in patients with connective tissue disease (Aumenta la frecuencia de hipersensibilidad retardada a los metales en los pacientes con enfermedades del tejido conectivo) sobre pacientes con lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide y Síndrome de Sjögren, patologías del tejido conectivo consideradas autoinmunes sistémicas pero en las que los síntomas varían según las personas. De hecho el Lupus afecta a múltiple órganos –como la piel, las articulaciones, los riñones, el corazón o el cerebro- y los síntomas pueden ir desde una erupción cutánea leve o una artritis hasta poner en peligro la vida, la artritis reumatoide se caracteriza por una inflamación sinovial fluctuante y progresiva que puede conducir a la pérdida de la función de la articulación por destrucción del cartílago y en el Síndrome de Sjögren el organismo ataca las células inmunes y destruye las glándulas exocrinas que producen la saliva y las lágrimas provocando sequedad de ojos y boca, lo que puede provocar dificultades en la deglución y daño dental.
Pues bien, el estudio mencionado examinó la posibilidad de que estos enfermos manifiestan una posible hipersensibilidad retardada a algunos metales – mercurio inorgánico y orgánico (fenilmercurio, metilmercurio y timerosal), estaño, cobre, plata, oro, níquel, paladio, cadmio, plomo y titanio- estudiando su sangre y esto es lo que se concluyó: “Este estudio demuestra que los pacientes con Lupus Eritematoso Sistémico, Artritis Reumatoide y Síndrome Sjögren muestran un incremento de la frecuencia de hipersensibilidad retardada a metales; especialmente al mercurio, paladio, oro, níquel y titanio. En el grupo de pacientes descrito en este artículo la exposición al mercurio, paladio y oro se relacionó con las restauraciones dentales, mientras la exposición al níquel y titanio se relacionó con el entorno. Independientemente pues de los mecanismos que se desencadenan la hipersensibilidad al metal parece que los pacientes del conjunto de enfermedades del tejido conectivo sensible a un metal se benefician retirándoles sus implantes metálicos”. En cuanto a los posibles mecanismos de actuación Vera Stejskal señala que los metales de transición parecen unirse a los compuestos de azufre en el colágeno y que el organismo identifica como elementos extraños y procede a intentar destruirlos activando sus defensas siendo ello lo que inicia la reacción autoinmune. Añadiendo que los órganos grasos –como el cerebro- son especialmente ricos en compuestos azufrados y por tanto más vulnerables a la unión con metales.
Stejskal agrega que además de iniciar un proceso autoinmune los metales de transición pueden provocar la formación de especies reactivas de oxígeno –radicales libres- que afecten negativamente la actividad enzimática y mitocondrial dando ello lugar a inflamación e hipersensibilidad que se traduzca en los múltiples síntomas asociados a un sistema inmune hiperactivo: fatiga crónica, dolor articular y muscular, deterioro cognitivo, depresión, dolor de cabeza, fibromialgia y erupciones en la piel.
Pues bien, la doctora Stejskal ha demostrado que la mera eliminación de metales alergénicos en esos pacientes mejora su estado disminuyendo los síntomas. Tanto si se quitan de la dentadura u otras zonas del cuerpo como si se eliminan del entorno ambiental. Ahora bien, ¿y cómo saber si alguien está sufriendo una reacción autoinmune provocada por metales? Pues de tres formas: con un dispositivo de biorresonancia como el MORA, con el Par Biomagnético o con un análisis de sangre validado clínicamente como el Test MELISA que ha sido diseñado por la propia doctora Stejskal no para medir la cantidad de metal presente en el organismo de un paciente sino para indicar el grado de alergia a un metal determinado.
El test melisa
Hablamos de un test que fue presentado ante la comunidad científica por la doctora Stejskal en un trabajo publicado hace ya más de 20 años –concretamente en 1994- en Toxicology in Vitro titulado Melisa, an in vitro tool for the study of metal allergy (MELISA: una herramienta para estudiar in vitro la alergia a los metales) cuyo nombre no es sino el acrónimo de Memory Lymphocyte Immuno-Stimulation Assay (Análisis de inmunoestimulación de los linfocitos de memoria). Y aclaramos al lector no versado en el tema que existe cierto tipo de linfocitos llamados células blancas de memoria que “recuerdan” los encuentros que han tenido con sustancias extrañas y cuando se encuentran de nuevo con ellas se ponen a crecer dividiéndose rápidamente.
Un proceso que pueden constatarse in vitro y dio lugar a la llamada prueba de Transformación de Linfocitos (LTT) que se desarrolló originalmente para detectar alérgenos derivados de medicamentos y otros productos químicos de bajo peso molecular. Pues bien, lo que hizo Stejskal fue simplemente adaptar la prueba para valorar la sensibilidad de un organismo a los metales dando a conocer sus resultados en 1994 en el citado trabajo. Estudio según el cual metales como el mercurio, el oro o el paladio pueden inducir una gran proliferación de linfocitos, estén en la boca o en otra parte del cuerpo… si bien solo cuando se está afectado por alguna patología. “Los resultados de MELISA – se dice el trabajo-, confirmados con un par de gemelos idénticos con Síndrome de Fatiga Crónica, indican que las respuestas específicas a metales pueden depender de la genética; por tanto muchos metales aceptados hoy para uso médico y odontológico pueden provocar reacciones de sensibilización en personas genéticamente predispuestas. Debería pues militarse su uso en el futuro”.
Cinco años después –en 1999- la doctora Stejskal dirigiría un equipo que publicaría en Neuro Endocrinology Letters el trabajo Metal-specific lymphocytes biomarkers of sensitivity in man (Linfocitos específicos para metales biomarcadores de sensibilidad en seres humanos) que confirmaría la “alta reproducibilidad, sensibilidad, especificidad y fiabilidad de MELISA para detectar metales”. Lo que se constató valorando a 111 pacientes con hipersensibilidad a metales y síntomas similares a los de la Fatiga Crónica verificando que en ellos el sensibilizador más común era el níquel seguido del mercurio inorgánico, el oro, el fenilmercurio, el cadmio y el paladio. Eliminados los metales presentes en las dentaduras de 83 pacientes, el 76% aseveró haber mejorado a largo plazo. Obviamente no solo Stejskal ha confirmado la validez de este test. Lo hizo también en 2006 –entre otros- E. Valentine Thon, investigador de Laboratory Center Bremen de Alemania, coordinando un estudio titulado LTT-MELISA is clinically relevant for detecting and monitoring metal sensivity (El LTT-MELISA es clínicamente relevante para la detección y control de la sensibilidad a los metales). En ese trabajo se estudió la reacción de la sangre de 700 personas a 26 metales, y el 74,6% dio positivo a al menos un metal. La reactividad más frecuente la provocó en níquel (68,2%), seguido del cadmio (23,7%), el oro (17,8%), el paladio (12,7%), el mercurio inorgánico (11,4%), el molibdeno (10,8%), el berilio (9,7%), el dióxido de titanio (4,2%), el plomo (3,7%) y el platino (3,4%). La eliminación de las aleaciones o prótesis que contenían metales alergénicos dio lugar a una mejoría clínica notable, que llevó a una reducción significativa o a la normalización total del nivel de linfocitos específicos. Por el contrario, la reactividad y los síntomas clínicos se mantuvieron sin cambios en las muestras de seguimiento de los dos pacientes que no eliminaron la fuente de exposición a metales. El “LTT-MELISA – finaliza diciendo el trabajo- es una herramienta clínicamente útil y fiable para la identificación y seguimiento de la sensibilización a metales en individuos sintomáticos expuestos a metales”.
Un poco de sangre
¿Y cómo se realiza el test? Pues extrayendo entre 20 y 40 ml. de sangre – depende del número de metales que vayan a ser testados- que luego se coloca en unos tubos que contienen un conocido anticoagulante: el citrato de sodio. A continuación porciones de esa sangre se someten durante 5 días a los metales que se quiere testar sabiéndose que es intolerante o hipersensible a alguno cuando en el tubo proliferan los linfocitos de memoria, algo que se valora por absorción de radioisótopos y visualización microscópica. Transcurridos los cinco días se compara el nivel de reactividad con el patrón obtenido de cultivar los linfocitos en las mismas condiciones pero sin enfrentarlos a ningún alérgeno y se cuantifica (lo que se llama índice de estimulación). Obviamente cuanto más alto es ese índice más fuerte es la reacción al alérgeno. Considerándose una reacción débilmente positiva un índice de 2 - 3, una reacción claramente positiva si sube de 3 y notablemente peligrosa si supera el 10. Eso sí, no puede haber tomado antes de hacerse la prueba inmunosupresores, esteroides, antihistamínicos, antiinflamatorios o analgésicos, porque ello puede afectar los resultados. Obviamente los metales que se testan dependen de cada paciente y para ello se realiza una amplia historia clínica – lo que los médicos llaman anamnesis- que debe incluir las vacunas que ha recibido, los fármacos que ha consumido, los implantes de todo tipo que tenga en su cuerpo, el ambiente en el que trabaja, los materiales que maneja, los productos de limpieza e higiene personal que utiliza, sus hábitos alimenticios…
En cuanto a donde realizar el test, en España, el único laboratorio que en el momento de publicarse este texto tiene capacidad y autorización de la Fundación MELISA para ello –el octavo a nivel mundial- es el Centro de Diagnóstico Calderón (www.laboratoriocalderon.com) creado en los años sesenta del pasado siglo XX por el Dr. Jesús Calderón Gómez, Licenciado en Medicina, Doctor en Farmacia y miembro de nuestro Consejo Asesor desde su creación hasta su fallecimiento el 29 de octubre de 2010 (en plena actividad profesional, pues pese a sus 84 años seguía trabajando). Labor pionera en España que afortunadamente tuvo continuidad, ya que dos hijos – Jesús e Isabel Calderón Amigo, ambos licenciados en Farmacia- dirigen desde entonces este laboratorio que cuenta con 15 profesionales especializados en muy diferentes áreas (Bioquímica-Hematología, Microbiología-Serología, Genética-Biología molecular, Densitometría ósea y Sensibilidad alimentaria) que si bien está ubicado en la población española de Castellón de la Plana, cuenta con muchos médicos en todo el país que se ocupan de extraer las muestras a los pacientes en sus consultas y enviarlas directamente no teniendo pues los enfermos que desplazarse.
“La hipersensibilidad que da lugar a reacciones del sistema inmune –nos comentaría Jesús Calderón- es un problema al que nuestro laboratorio se dedica desde hace más de 20 años realizando test de intolerancias y alergias a alimentos, algo en lo que tenemos amplia experiencia. Y desde hace poco nos encargamos de hacer en España el test MELISA. Supe de él hace ya varios años cuando asistí a una conferencia muy interesante que la doctora Stejskal impartió en un foro relacionado con el autismo pero no pudimos incorporarlo porque la Fundación MELISA había otorgado la exclusiva a un laboratorio de Barcelona. Hace, sin embargo, unos años la doctora Stejskal visitó nuestro laboratorio, vio las instalaciones, le gustó mucho nuestro trabajo, nos preguntó por nuestras motivaciones y aceptó que nos ocupáramos de hacer los test. Y así lo hacemos desde mayo de 2015”. Añadiendo “La bibliografía científica avala la utilidad del test MELISA tanto para prevenir patologías –procede hacerse el test antes de asumir la colocación de un implante dental o de una prótesis- como para detectar hipersensibilidad a metales que hoy sabemos pueden ser causa de reacciones autoinmunes silentes que provoquen o agraven patologías consideradas de etiología idiopática”.
Francisco San Martín
Principales fuentes de contaminación por metales:
Las fuentes de contaminación por metales más comunes, según el Centro de Diagnóstico Calderón, son:
Las restauraciones dentales: empastes, coronas, implantes y pernos.
. Las amalgamas son una aleación de mercurio con otros metales como plata, oro, estaño, cobre, zinc y otros.
. Las coronas pueden contener oro, plata, paladio, cobre, cromo, indio, galio, iridio, níquel y otros metales.
. Los implantes y pernos se hacen hoy básicamente de titanio, aluminio y/o vanadio.
Los implantes ortopédicos y corporales: prótesis de cadera, tornillos, clavos y clips que generalmente están hechos con:
. Acero inoxidable: aleación que contiene cromo, molibdeno y níquel.
. Cromo, acero, níquel, hierro, manganeso, tungsteno, aluminio, titanio, cobalto.
. Vitallium: aleación de cobalto, cromo, molibdeno y otras sustancias utilizada en Odontología y articulaciones artificiales.
. Titanio: puede ser puro o una aleación que además lleve aluminio y/o vanadio.
. Nitinol: aleación de níquel y titanio
. Oxinium: circonio (oxidado)
. Los cigarrillos: contienen mercurio, níquel, cadmio y manganeso.
Medicamentos:
. Las vacunas: pueden contener timerosal –compuesto organomercúrico- y aluminio.
. Los antiácidos con aluminio.
. Las grageas: pueden tener dióxido de titanio u otros óxidos de metal en su recubrimiento para mejorar la apariencia.
. Los preparados antisépticos: pueden contener mercurio.
. Los fluidos de contraste para el uso de pruebas con rayos X contienen bario.
Piercings y joyas:
Bisutería: pueden contener muy diferentes metales, especialmente tóxicos como el níquel y el plomo.
Joyería: el oro amarillo es una aleación de oro puro con cobre y zinc, el oro rosa contiene cobre, y el oro blanco es una aleación de oro con metales blancos como la plata y el paladio. Otros metales usados en joyería son el platino, el rodio, el tungsteno y el titanio.
Cosméticos: que el dióxido de titanio está presente en muchos productos –sombra de ojos, colorete, esmalte de uñas, loción, lápiz labial, polvo, protectores solares…- ya se sabe pero es que otro tanto ocurre con el plomo, el mercurio, el cromo, el aluminio, el arsénico, el berilio, el níquel, el cadmio y otros.
Tatuajes:
La mayor parte de las tintas de color usadas para hacer tatuajes se fabrican con metales.
. La tinta roja –la que más reacciones alérgicas provoca- lleva sobre todo mercurio.
. La tinta amarilla suele llevar cadmio y sulfito de cadmio.
. La tinta azul se hace con sales de cobalto.
. La tinta verde contiene cromo.
. La tinta púrpura/violeta se hace con magnesio.
. La tinta marrón lleva óxido férrico o sales de cadmio.
. La tinta blanca se hace con titanio o óxido de zinc.
Los alimentos:
Muchos de ellos están hoy contaminados, especialmente el pescado grande – por metilmercurio-, los mariscos –por mercurio, cadmio y arsénico sobre todo-, los plátanos, el cacao, los cereales y muchas verduras –por níquel, cadmio, paladio, plomo, estaño, aluminio y otros- y el vino –por molibdeno, níquel y plomo, además de por sulfitos. La exposición ocupacional: están especialmente expuestos a metales tóxicos los trabajadores de la minería, la construcción, la electricidad, los carpinteros, los dentistas, los peluqueros, los pintores y quienes trabajan en la industria textil.